Justo el otro día, mientras iba con mi amiga M. hacia unas copas, o mejor dicho, remando hacia ellas, comenzamos a hacer un recuento y un ranking de las veces que nuestro grupo de amigas había remado por las otras, muchas de las cuales (la mayoría) involucraban ir a la fiestas de los ligues de alguna de nosotras. Menos mal que siempre podemos contar con la amistad y lo cierto es que de estas remadas han salido las mejores historias (como suele pasar). Últimamente, la palabra "remar" y sus variantes se han vuelto frecuentes en mis conversaciones. Todo comenzó hace dos veranos, después de una primera mitad de año cuanto menos tumultuosa; mi amiga J. y yo decidimos apuntarnos a todos y cada uno de los planes que alguien dejaba caer en una conversación, sin importar la distancia o el tiempo, y si no teníamos el respaldo de otras amigas, nos aventurábamos solas. Se podría decir que ese agosto vivimos en un huso horario diferente al de nuestras respectivas familias, donde los días empezaban a media tarde y terminaban al amanecer. Coincidió justo que yo lo acababa de dejar con mi exnovio y eran típicos meses post-ruptura en los que te apuntas a un bombardeo. Al verano siguiente, nos enfrentamos J. y yo a la realidad de que ya no coincidíamos tanto con nuestros amigos de verano porque cada uno había decidido organizar viajes a paraísos exóticos sin respetar el calendario de siempre, así que nos vimos remando juntas el Mar Mediterráneo durante todo el verano por segunda vez consecutiva.
Hasta hace poco siempre había asociado “remar” a algo negativo, pero el fin de semana pasado, remando por las casetas de la feria de Sevilla hablaba con mi amiga A. sobre este tema y decidimos hacerle un lavado de imagen al término para convertirlo en nuestro credo vital. Citando sus propias palabras: “estamos en nuestro prime y aquí se rema todo”. Algo que vengo dándome cuenta a medida que avanzo por los 20s y voy enriqueciendo mi lista de Do’s y Dont’s de la vida, es que no hay un minuto que perder, ni un plan que dejar escapar. Cualquier momento es buen momento para hacer cualquier cosa y nada a la vez. No volveremos ni a este lugar ni a este sitio. Además, es una idea que no hace más que afianzarse cada vez que veo la mísera cantidad de días que me puedo pedir de vacaciones y pienso con nostalgia en los veranos eternos de 3 meses. Cada vez se nos presentan más ocasiones en las que como dice mi amiga A., “hay que remarlo todo” y como he escrito en algunas ocasiones, donde hay que hacerse un all-in aunque luego nos arruinemos.
Joan Didion escribió: “One of the mixed blessings of being twenty and twenty-one and even twenty-three is the conviction that nothing like this, all evidence to the contrary notwithstanding, has ever happened before.” En estos años, todo parece tan apremiante, tan urgente; y yo quiero ser la capitana del equipo de remo. Mi amiga P. siempre es partidaria de hacer cualquier cosa “for the plot”, lo que viene siendo tomar decisiones que añadan emoción y dramatismo, independientemente de las posibles consecuencias negativas. Leí el otro día una frase que decía: “En ocasiones, nos toca dar pasos bien firmes con las piernas temblando”. Y no puede ser más cierto. Los trenes avanzan en su recorrido y nosotros debemos subir a bordo, pues al fin y al cabo, tenemos un álbum por terminar y nada que perder.
Me inspira:
Mi conversación con A.
El capítulo de Slouching Towards Bethlehem de Joan Didion completo.
El nuevo album de Taylor Swift, no puedo parar, mi obsesión crece a cada instante. Probablemente escriba una Tónica sobre ella en algún momento. Mis favoritas por el momento: Fortnight, The Smallest Man Who Ever Lived y I Can Do It With a Broken Heart
El album en directo de Amaral, me pasa como con Taylor, no puedo parar.
El podcast de XRey, recomendación de E..
(Perdonad el parón de Tónicas, estaba en busca y captura de inspiración)
Hasta las próximas Tónicas,
Terrific Paloma.
Ese verano hubo un cambio: ❤️🩹 —> ❤️🔥
Doing it for the plot!