Estoy en clase de yoga, miro por la ventana mientras cae la lluvia y unos tímidos rayos de sol se filtran entre las nubes. Es el típico día irlandés. Una de las cosas que más disfruto de vivir aquí es que realmente experimentamos las cuatro estaciones de manera notable. Aquí, la chaqueta vaquera encuentra su razón de ser. Cada día, mientras voy al trabajo y voy rotando entre mis diferentes abrigos, me viene a la mente aquel dibujo que nos enseñaban en el colegio donde se ilustraban las estaciones con un mismo árbol cubierto de nieve, hojas y flores. Aunque es curioso que escriba esto ahora, cuando una tormenta atiza el país desde hace varios días creando un ambiente que dista mucho de ser veraniego. A pesar de todo, puedo afirmar que los días están cambiando: las temperaturas suben lentamente, el telón del mundo se alza con la llegada del buen tiempo, yo he cambiado a mis almohadones de primavera.
En clase, practicamos poses estoicas. La profesora nos recuerda que estar quieto es mucho más difícil de lo que parece, y me acuerdo de mi padre que domina el arte de la quietud cuando se sienta en el sofá o está en una reunión. Hablo, y pienso, mucho en el futuro y poco en el presente. Estos últimos meses se sienten como una larga espera, como estar en una sala aguardando a ser llamado. Hemos despedido a varios amigos que han cogido el billete de vuelta a casa. Es complicado estar en el presente, como nos trata de enseñar nuestra profesora de yoga, sin mucho éxito. Mi mente viaja a cualquier lugar menos al ahora. Vuelvo de clase andando y no me pongo música, es un hábito que estoy intentando poner en práctica, el de ser plenamente consciente de mis alrededores, así que simplemente camino. Intento escuchar el sonido de los pájaros, observo a la gente en su día a día, siento la brisa en mi piel. Ahora sacamos fotos a todo: en el supermercado, comiendo en la oficina, tomando una cerveza. Y como siempre hace S., solo una, no una ráfaga de fotos. Disfruto de la cotidianidad que alberga un día cualquiera.
Hace un par de semanas, el 23 de junio, se celebró la noche de San Juan, el día más largo y la noche más corta del año. Desde ese día, cada día va a ser un poco más corto, y cada noche un poco más larga, noticias bienvenidas para las aves nocturnas. Antiguamente, se creía que en esta fecha los poderes de la naturaleza alcanzaban su cenit, y se encendían hogueras para ahuyentar malos espíritus y atraer la buena suerte. La vida tiene una manera mágica de trazar los destinos. He tenido la suerte de ser consciente de vivir últimas veces aquí a medida que se iban sucediendo. Me gusta adquirir estos niveles de consciencia. El tiempo corre más rápido de lo que podemos percibir. Si observas las horas del amanecer en el próximo mes, verás casi media hora de diferencia entre el primer y el último día. Vuela el tiempo y con él nuestros planes. Sin quererlo, han pasado las semanas y los meses, y me inunda una abrumadora sensación de nostalgia. Pienso en los caminos que vamos tomando cada uno, en lo difícil que es estar en el presente, en el aquí y el ahora. Nada nuevo. Llego a casa y escribo.
Me inspira:
Este artículo llamado On Summer Crushing
Esta canción de Taburete. Siempre hacemos lo que podemos con lo que tenemos.
Este artículo de Manuel Vicent para “El País”
Marina de Carlos Ruiz Zafón. Por recomendación de N. me lo he vuelto a leer y está escrito con una belleza que es imposible que a alguien no le guste. Adjunto prueba: “No sabía entonces que el océano del tiempo tarde o temprano nos devuelve los recuerdos que enterramos en él.”
Hablar con E. sobre por qué escribimos y la inspiración.
Hasta las próximas Tónicas,
Terrific P.
In an age of constant movement nothing is more import than sitting still - de mis quotes favoritas
Estas tónicas son como un cuadro de rothko 💔