He despertado, de manera medio forzada, de este letargo literario en el que me encontraba. Como leí en un libro de Isabel Allende, el alma tarda siempre más tiempo en aterrizar que el cuerpo y la mía ha tardado varios meses desde que mi cuerpo mortal volvió de Irlanda en julio.
He regresado a la ciudad de la que nunca me fui del todo, han desaparecido las prisas con las que me fui. La vuelta a Madrid se siente como despertarse de un sueño, y no lograr recordarlo del todo; o como recordar la melodía de una canción, pero no lo suficiente para adivinar el nombre. He escrito muchas Tónicas que se han quedado en borradores, he escuchado mucha música nueva, he paseado, me he reencontrado con amigos y familiares y puedo constatar que nuestras vidas siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. La tierra y los planetas siguen su curso, yo he comenzado a hacer las paces con la ciudad y el mundo sigue girando. Los patrones y ritmos marcados durante años se repiten como la melodía de un orquesta tan afinada y en sintonía que no necesita de un director.
Es el último día del año, la vida coge una velocidad vertiginosa y es buen momento, casi como cualquier otro, para pararse. Al pasado hay que volver como un narrador en tercera persona. La vida sigue su curso, los caminos se juntan y se separan. Si un día se separaron, otro día podrán juntarse de nuevo, o no. A. me dijo el otro día que no todo tiene que durar para siempre. Las personas cambiamos, los paisajes evolucionan, hay música y libros nuevos, mañana podrías encontrar al amor de tu vida. Hay años que preguntan y otros que responden, y hay muchas preguntas que se quedan sin respuesta. En una de mis newsletters favoritas de Bearing Mondays, M. escribe: canta también Julio Iglesias que “es siempre más feliz quien más amó”, y yo he amado mucho. A mucha gente, muchos sitios, muchos planes y a mí.
He leído hoy esta frase en mi nuevo descubrimiento en Substack que dice así: El final no siempre es un desastre. Y aunque sea un desastre, el desastre tampoco es el fin, solo es el principio de otra cosa. Algo menos brillante, menos fácil, pero también más honesto: un terreno fértil donde quizá algún día pueda volver a crecer alguna cosa.
La vida es increíble, su infinidad de caminos te llevan a cualquier parte y solo hay que confiar. Muchas veces, todo es una cuestión de tiempo. Cerramos una puerta y abrimos un vinito.
Hasta las próximas Tónicas.
Terrific P.






Broche de oro del primer año de Tónicas 😍😍, larga vidaaaa
Por un 2025 con más tónicas 🥂